Envejecer
en alas de la vida
contigo
bella rosa inmarcesible,
esa
que hoy en San Jorge tan tangible,
sigue
siendo la rosa de la vida.
Eres
fragancia, flor en la alborada,
allí
tu olor perdura eternamente
y
en alas de la vida suavemente,
me
retoma el alma apasionada.
Tú
que brotas del suelo sin rastrojos
de
verso amado en luz con solanera,
con
juventud pastada en sementera,
olvidando
tristeza con enojos.
Tú
que eres vertiente en un suspiro
ardiente
y flor platónica rosada,
que
mudable, tranquila y sosegada,
me
regala amor cuando respiro.
Y
tu lujuria se abre entre mis carnes,
viene
y salpica mi alma ya cansada,
y
despierta mi inocencia guardada
en
caricias y besos delirantes.
¡Esa
eres tú!, la Rosa de San Jorge,
gracias
a ti soldado caballero,
patrón
de todos los enamorados
que
revives sentimientos guardados,
Poderoso,
Inmortal, Fiel Caballero.
Elvira
Gil, 23-4 2018
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EL
ÚLTIMO BESO
Cuando
tu respiración se debilite,
y yo apenas escuche el latido
y yo apenas escuche el latido
de
tu corazón inquieto,
moriré
de angustia y pesar
al
reconocer que te pierdo,
en
cuanto tus límpidos ojos
miren fijos mi tristeza.
miren fijos mi tristeza.
Cuando
tus labios no aniden
la
sonrisa entre tu boca.
Y
cuando en la noche oscura
envuelta en nubes de ensueños,
reclines la inquietud de tu frente
sobre mi pecho angustiado ...
Entonces; saldré a la calle sombrío
perdiéndome entre la gente,
atolondrado y sin ti,
envuelta en nubes de ensueños,
reclines la inquietud de tu frente
sobre mi pecho angustiado ...
Entonces; saldré a la calle sombrío
perdiéndome entre la gente,
atolondrado y sin ti,
sin
tu amor y con tu ausencia.
Cuando te hayas ido,
Cuando te hayas ido,
añoraré
tu ternura, tu vivacidad,
y el calor de tus caricias.
y el calor de tus caricias.
Y
cuando alguien te recuerde,
diré, cansado de mi infortunio,
que tú fuiste el mejor hallazgo
de mi castigada vida.
diré, cansado de mi infortunio,
que tú fuiste el mejor hallazgo
de mi castigada vida.
En
sueños te veré a mi lado,
recordando el amor que me diste,
y aquel entrañable beso,
recordando el amor que me diste,
y aquel entrañable beso,
de
tus últimos instantes de energía.
Jacinto
Solé