El
silencio
(la
discapacidad auditiva)
En
el umbral de su serena
e
íntima morada
se
oyó el aire tímidamente cantar,
era
una melodía frágil,
sutil
y sosegada
que
su madre enternecida
le
invitó a escuchar.
Apenas
se percibía el suave rumor
con
sus notas in crescendo
en
armonía,
ella
lo abrazó con sumo candor
y
él, aturdido, miraba y no la comprendía.
Una
mañana,
pisando
el húmedo arenal
cuando
apenas su equilibrio sostenía,
ella
le invitó a escuchar
el
“gran manantial”
y
el latido de las olas
que
con vigor enfurecían.
Él,
se esforzó en comprender
su
aflicción, contemplando sonriente
el
volar de las gaviotas,
pero
el esfuerzo maternal
se
derrumbó, al no encontrar respuesta
a
su zozobra.
Cruzando
la primavera de la vida
soñó
representar un paraíso
exuberante
y musical,
pero
despertó de su vana alegría
y
lloró de impotencia
por
su ilusión banal.
Quiso
escuchar el cántico
señorial
del ruiseñor,
del
jilguero, el mirlo y la alondra
su
trinar, quiso gritar de emoción acariciando una flor
pero
sólo la voz del silencio,
le
consiguió apaciguar.
José
Luis Buils