NO ROMPAS EL SILENCIO VOZ

No rompas el silencio voz;

tu sonido, se columpia en mi cabeza…

Calla, la noche duerme.

La oscuridad invade la ventana.

¡Arriba!, los ojos de la luna se han cerrado.

Sólo hay sombra, silencio, calma.

¡Quiero recordar!…, que fui, que soy,

y, que quizá mañana pueda continuar

recordando...antes de que se borren

los recuerdos, y sólo quede la mancha.

El silencio siempre está para hacerme recordar 
que el recuerdo...se hace agua.

Él, es luz para el entendimiento

cuando el verbo falta.

Está, siempre está. Pero no dice nada.

Se adentra en mí. No espera a que lo llame.

Es lo mismo que el mar al internarse en la playa.

Por eso voz, ¡no rompas el silencio!

Quizá, algo más tarde. O, tal vez mañana.

¡Pero esta noche no!, porque puedo marcharme, y él, 

vendrá conmigo para acompañarme.

No rompas el silencio voz…

Quizá, mañana sea tarde.

Ramony Núñez, 2013

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Sentir gratitud y no expresarla 

es como envolver un regalo y no darlo.

William Arthur Ward

(escritor inglés)

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MI ÚLTIMO SUEÑO

Antes de que duerma el último sueño
quisiera encontrarme cerca de mi tierra,
en mi mente siento los tiempos de antaño
en aquellos años, allá en la posguerra.

Allí en primavera todo es hermosura,
cuando los almendros se cubren de flores
contemplar de cerca la inmensa llanura,
ver aquellos campos de muchos colores. 

 

Ya los pajaritos construyen sus nidos,  

en el campanario está la cigüeña, 

el perro y el gato se sienten unidos, 

el niño dormido con su madre sueña.

Los largos paseos junto a la ribera,

oír el murmullo del agua del río

sentir en mi rostro brisa mañanera,
sentarme en la hierba los días de estío.

Lejos en las eras, dan vueltas los trillos

las noches de luna parecen más bellas,
sólo en el silencio se escuchan los grillos
está el firmamento cargado de estrellas. 

 

Cuando ya mi cuerpo esté muy cansado 

y sobre mi lecho me sienta tendida, 

me iré al otro mundo dejando el pasado

buscando el descanso allá en la otra vida.

Cuando ya mi cuerpo se encuentre en penumbra 

y sienta en mis huesos el tranquilo abrigo, 

ni flores, ni ramos, pongáis en mi tumba,

yo quiero que crezcan espigas de trigo.

Secundina García