lunes, 24 de septiembre de 2018

UNA HISTORIA DE ENSUEÑO

(tercera parte y final) 
 
Autora: Teresa Prats

Al parecer costó bastante dinero su contratación y, hubo suerte, de que no llovió, por lo que todo el vecindario más otras gentes venidas de otros barrios, contribuyeron al éxito del fin de fiesta.

Desde el portal de mi casa vi acercarse a la Merche. Con un vestido azul cielo, de cintura muy estrecha pero con falda muy ancha.

Llevaba un can can y unos zapatos de tacón muy alto. Realmente, estaba muy distinta, alegre y desde luego muy elegante, quizá demasiado. Iba saludando muy sonriente a las señoras que estaban sentadas en sillas de madera en la acera, pendientes de todo lo que acontecía. La Señora Tomasa le dijo que se sentara a su lado, pues le había guardado asiento. Merche accedió. Se suponía que esperaba a Juan, pues al parecer vivía en el barrio y daba por seguro que acudiría.

La gente ya se había lanzado a bailar y tocaban la música de los grandes interpretes de moda, como Pérez Prado, Nat Kng Cole, José Guardiola etc. Nosotros, los niños éramos espectadores inquietos. Nos situábamos delante de la tarima y contemplábamos a los músicos. Apenas sabíamos bailar, pero nos divertíamos intentándolo.

Cuando Juan llegó, todas las miradas se centraron en él. ¡Que cambiado estaba! Lucia un traje, con camisa y corbata, bien peinado y zapatos muy relucientes, con punta blanca. Fue a saludar a Merche, pero no la sacó a bailar. Más bien se apartó del lugar. Fue directo al puesto donde se servía bebida y adosó su espalda a la pared, y encendió un cigarrillo. No tardó mucho en incorporarse, pues apareció una mujer morena, alta con una melena negra rizada. Vestía una blusa de encaje y una falta tubo muy apretada y bastante corta. Como es de suponer, captó todas las miradas masculinas y despertó las críticas femeninas. Durante mucho tiempo, estuvo en boca de las comadres que censuraron su forma de bailar que juzgaron provocativa.

Sonó una pieza, que estaba muy de moda, llamada Mambo de España. Juan se acercó a la desconocida, cruzaron dos palabras y empezaron a bailar Un corro de personas se aproximó hacía ellos para contemplar como seguían el ritmo de la canción. La “morena” (así la llamaban) se movía como una peonza, era tremendamente ágil y Juan la zarandeaba sin perder punto. Bailaron hasta que sonó el último vals, llamado el del farolillo.

La Merche, aguantó estoicamente fingiendo naturalidad, aunque era difícil de creer. ¡Se había hecho tantas ilusiones, pobrecita! Y lo peor fue que nadie la invitó a bailar, ni siquiera por compromiso.

Al término de la velada, vi que se levantaba, a duras penas con su incómoda enagua, y triste se marchaba hacía su casa. A pesar de mi corta edad, me di cuenta de lo que había significado para ella aquella noche. Juan no reparó en ella, se fijó en una mujer mucho más joven y atractiva.

Merche no llegó a encontrar novio. Al cabo de unos años, recuerdo haberla visto sola en el cine Kursal, donde se proyectaba una película cuyo nombre he olvidado por completo.

FIN

1 comentario:

  1. Mª Teresa , no creas que me olvido de tu gran personalidad - excelentísima SR. Duquesa , ya tu sabes que te admiro por tus relatos y Poesías , ¡ no pasas desapercibida ! ---un novio para Merche, urgente---

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