UNA
HISTORIA DE ENSUEÑO
(tercera
parte y final)
Autora:
Teresa Prats
Al parecer costó bastante dinero su
contratación y, hubo suerte, de que no llovió, por lo que todo el
vecindario más otras gentes venidas de otros barrios, contribuyeron
al éxito del fin de fiesta.
Desde el portal de mi casa vi
acercarse a la Merche. Con un vestido azul cielo, de cintura muy
estrecha pero con falda muy ancha.
Llevaba un can can y unos zapatos de
tacón muy alto. Realmente, estaba muy distinta, alegre y desde luego
muy elegante, quizá demasiado. Iba saludando muy sonriente a las
señoras que estaban sentadas en sillas de madera en la acera,
pendientes de todo lo que acontecía. La Señora Tomasa le dijo que
se sentara a su lado, pues le había guardado asiento. Merche
accedió. Se suponía que esperaba a Juan, pues al parecer vivía en
el barrio y daba por seguro que acudiría.
La gente ya se había lanzado a
bailar y tocaban la música de los grandes interpretes de moda, como
Pérez Prado, Nat Kng Cole, José Guardiola etc. Nosotros, los niños
éramos espectadores inquietos. Nos situábamos delante de la tarima
y contemplábamos a los músicos. Apenas sabíamos bailar, pero nos
divertíamos intentándolo.
Cuando Juan llegó, todas las
miradas se centraron en él. ¡Que cambiado estaba! Lucia un traje,
con camisa y corbata, bien peinado y zapatos muy relucientes, con
punta blanca. Fue a saludar a Merche, pero no la sacó a bailar. Más
bien se apartó del lugar. Fue directo al puesto donde se servía
bebida y adosó su espalda a la pared, y encendió un cigarrillo. No
tardó mucho en incorporarse, pues apareció una mujer morena, alta
con una melena negra rizada. Vestía una blusa de encaje y una falta
tubo muy apretada y bastante corta. Como es de suponer, captó todas
las miradas masculinas y despertó las críticas femeninas. Durante
mucho tiempo, estuvo en boca de las comadres
que censuraron su forma de bailar que juzgaron provocativa.
Sonó una pieza, que estaba muy de
moda, llamada Mambo de España. Juan se acercó a la desconocida,
cruzaron dos palabras y empezaron a bailar Un corro de personas se
aproximó hacía ellos para contemplar como seguían el ritmo de la
canción. La “morena” (así la llamaban) se movía como una
peonza, era tremendamente ágil y Juan la zarandeaba sin perder
punto. Bailaron hasta que sonó el último vals, llamado el del
farolillo.
La Merche, aguantó estoicamente
fingiendo naturalidad, aunque era difícil de creer. ¡Se había
hecho tantas ilusiones, pobrecita! Y lo peor fue que nadie la invitó
a bailar, ni siquiera por compromiso.
Al término de la velada, vi que se
levantaba, a duras penas con su incómoda enagua, y triste se
marchaba hacía su casa. A pesar de mi corta edad, me di cuenta de
lo que había significado para ella aquella noche. Juan no reparó
en ella, se fijó en una mujer mucho más joven y atractiva.
Merche no llegó a encontrar novio.
Al cabo de unos años, recuerdo haberla visto sola en el cine
Kursal, donde se proyectaba una película cuyo nombre he olvidado
por completo.
FIN
Mª Teresa , no creas que me olvido de tu gran personalidad - excelentísima SR. Duquesa , ya tu sabes que te admiro por tus relatos y Poesías , ¡ no pasas desapercibida ! ---un novio para Merche, urgente---
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