jueves, 11 de febrero de 2016

POESÍA DE PEPITA CALLES CRESPO




Pepita Calles Crespo nació el 27 de noviembre de 1945, en un pueblo de Salamanca llamado Guadramiro.

Fue la tercera de nueve hermanos y, según opina ella, "la hija de la decepción".  Pues había nacido niña como las hermanas anteriores.

Dos años después nació el deseado hermano que sería "el mimado de la familia", al que le siguieron tres hermanos más que saciarían de sobra los deseos de sus padres; después vendrían otras dos niñas  por lo que el recuerdo de aquellos años para Pepita son: su  madre con un hermanito en brazos y la abuela con otro, mientras que de ella nadie de ocupaba, al menos eso es lo que pensaba ella  y, con


Guadramiro


la creencia de sentirse poco querida y acariciada pasaban los años. 


Pero todo cambió para ella cuando a sus diez años, problemas de salud de la madre, le obligaron a  hacerse cargo de la hermanita pequeña a la que cambiaba, daba de comer y cantaba nanas que ella misma se inventaba. 

Y mira por donde la enfermedad de su madre le permitió tener un papel y sentirse importante. Su hermanita era la muñeca que no había tenido y los cuidados que le prodigaba, eran al tiempo, una ocupación y un juego. Aquella situación y la compañía y juegos con los hijos de los vecinos de al lado le trajeron unos años  felices, al contrario de  lo que apuntaba el nacimiento de su primer hermano varón.   

Acudió a la escuela hasta los trece años y un año más para ayudar a la maestra en la enseñanza de los más pequeños.

Después trabajaría cuidando el ganado, soportando con dificultad el frío del  invierno de Castilla y el fuerte calor del verano.

Sus padres, aconsejados por la maestra y el cura, decidieron  que hiciera estudios superiores, pero el suspenso de su hermana mayor en la reválida de cuarto y el disgusto de toda la familia le produjo tal ataque de pánico  que le hizo renunciar al examen de ingreso que ya tenía preparado y con ello la posibilidad de mejorar.

Sus padres propusieron otras cosas para ella, pero  ninguna le parecía bien hasta que, a punto de cumplir los 18 años, decidió marchar a Barcelona con la oposición de sus padres que lo que  querían era que estudiara, aunque dieron su aprobación.

Lo que encontró en Barcelona le gustó tanto que la atraparía para todo la vida. Y, aunque no le parece importante relatar en cuanto trabajó, pero nos dice que fue en trabajos manuales por  su poca preparación, pero en el tiempo libre escribía poesía que después las regalaba o rompía.

A los 25 años contrajo matrimonio del que nacieron tres hijos y también siguió trabajando, lo cual hacía imposible poder escribir, aunque lo hacía a escondidas y después los rompía o guardaba para que nadie lo viera.

En un momento determinado rompió todos los escritos que tenía guardados, como queriendo demostrarse que estaba atrapada en una vida y circunstancias que no eran lo que hubiera deseado y que le producía bastante ansiedad.

Una vez que los hijos se hiciera mayores, comenzó a relajarse y sentir el deseo de escribir, aunque era tarde para estudiar a sus 40 años.

De todos modos siguió estudiando a escondidas de su marido y las iva guardando porque no había la confianza suficiente para tratarlo con él.

Pero la decisión estaba tomada: seguiría escribiendo y para ello comenzó clases de literatura que se tuvieron que dejar al marchar a las Islas Canarias por un tiempo.

De vuelta a Barcelona le hablaron de una tertulia de poesía y la invitaron a asistir  a las reuniones  de la misma que se celebraban cada miércoles. Se trataba de la "Tertulia Constancia", donde pudo desarrollar su afición a la poseía, por lo que se siente agradecida. 
Sus palabras son que ha aprendido mucho escuchando a los compañeros. Y que es un grupo muy acogedor donde se escucha y respeta. Allí se siente querida y arropada por los demás compañeros y que, por todo ello, es también un centro de terapia.

Ha publicado tres libros de poesía:


"PRISIONEROS EN LIBERTAD"

"ECOS DE MIS PENSAMIENTOS"
Y
"ANDANDO POR EL CAMINO"



Pepita Calles Crespo firmando libros en la presentación de uno de sus libros.


A continuación se muestran algunas de los poesías de Pepita Calles Crespo:

CUANDO EL DINERO NUBLA LA RAZÓN

¿Cuándo el hombre aprenderá que es un mortal
y que nada de esta vida ha de llevarse?
cuando acabe su existencia partirá 
desprovisto de riqueza y equipaje.
Pues un día llegará su última hora
y ni toda su fortuna lo podrá impedir,
y como el más pobre y mísero vagabundo 
con las manos vacías se tendrá que ir.
Y aún así algunos hombres solo viven
dominados por las ansias del dinero,
y en su afán de poseer no solo toman
el que es suyo, sino a veces el ajeno.
Y así ocurre que la prensa cada poco
nos despierta con noticias de "ladrones"
que se ponen de robar hasta las trancas
sin temblarles la mano en sus acciones.
El que adore solamente al vil metal
a la larga es su esclavo y prisionero,
pues entregado a su culto solo vive
dedicado en cuerpo y alma por entero.
Me pregunto de que sirve esa fortuna
si la esconden para impuestos no pagar
y en paraísos fiscales ellos la ocultan
sin que nadie la pueda disfrutar.
El dinero amontonado y escondido
solo sirve para hacer rico al banquero,
sin embargo cuando es bien utilizado
se convierte en poderoso caballero.
El dinero a algunos hombres enloquece
pues la avaricia les nubla la razón, 
y cometen tropelías y desmanes
porque no les pone freno su ambición.
Mas, aunque no se lo crean llegará
el momento de dejar un día la vida,
y aunque intenten con la muerte negociar
ella ha de ganarle la última partida.
Que el avaro y ambicioso tenga en cuenta
que el dinero no lo libra de morir,
y a la hora de marcharse de este mundo
hecho un guiñapo y sin nada se ha de ir.
Pepita Calles Crespo




¡PERDÓNEME PADRE CURA!


¡Perdóneme padre cura! 
hoy confieso que he pecado,
como nunca me ha hecho falta
jamás me he confesado.

Pero en una mala hora 
caí en la tentación
y arrepentido aquí vengo
a pedir la absolución.

Para abreviar le diré 
que soy un hombre casado
y en el lote entró mi suegra
que es más mala que un pecado.

para rizar más el rizo
mi suegra con ella trajo
un perro feo y lanudo
un gatito y un canario.

Dígame usted "señor cura"
si hay hombre que eso aguante;
pues mi mujer solo ve
por los ojos de su madre.

No voy a entrar en detalles 
de mi vida de casado,
solo le digo que yo
de aguantar ya me he cansado.

Y, pensando y maquinando
una salida encontré,
y a mi suegra  -en la comida-
unos polvitos le eché.

Si un delito cometí
bien caro ya lo he pagado,
pues mi suegra, por desgracia
o por suerte, no ha palmado.

Pues los polvos "salvadores"
su misión no  la cumplieron,
tan solo una diarrea
fue el efecto que le hicieron.

El "wc" no bastaba
para aliviar su tormento,
y por la casa iba echando
lo que iba expulsando el cuerpo.

Encallecidas las manos
las tengo de la fregona,
mi mujer me hizo limpiarlo
por ser yo mala persona.

¡En qué mala hora busqué
remedio a mi desventura!,
pues de lo que echó mi suegra
¡Por Dios!, no vean que hartura.


Escuchándote, hijo mío
no te mando penitencia,
pecado no has cometido,
solo ha sido una imprudencia.

Y si es que tienes... "coraje"
ponle a tu vida remedio,
evita más tentaciones
y pon tierra de por medio.
Pepita Calles Crespo








EL SANTO "CASAMENTERO"

Dicen que "San Valentín"
fue un santo casamentero
que a las parejas unía
cuando había amor verdadero.



Sin duda debió ser 
hombre de gran importancia
para que hasta nuestros días
se le de tal relevancia.

Poco podía imaginar
ese obispo bienhechor
que para siempre él sería
el patrono del amor.


No se sabe a ciencia cierta
si tan importante fue,
lo cierto es que hasta hoy en día
el amor va unido a él.


Así pues "San Valentín"
para el que está enamorado
éste es un día importante
que celebra ilusionado.


Mas como de todo hay
en la viña del Señor,
no todos hoy lo celebran 
de acuerdo a la tradición.

Pues esos que por desgracia 
en el amor fracasaron
ellos, sin duda este día,
de su agenda lo borraron.


Y es que a esos poco le importa
lo que dice el santoral,
siendo igual San Valentín,
que San Roque, o San Pascual.


Otros dicen convencidos
que es un negocio este día,
y pasan de celebrarlo
pues es una tontería.

Que aquel que está enamorado
no precisa demostrarlo,
porque es galante y atento
todos los días del año.

No como esos -que los hay-
que lo suyo es deslumbrar
y aunque sea un amor fingido 
hoy se quieren destacar.


Esos son de los que dicen
"hoy te quiero más que ayer"
luego mañana se olvidan
y hacen su parecer.


Tanto unos como otros
todos tienen sus razones,
y cada cual es muy libre
de expresar sus opiniones.


Quien San Valentín celebre
que el buen Santo se lo pague,
y la llama del amor
él haga que no se apague.
Pepita Calles Crespo






EL ÚLTIMO TRAGO

Siendo persona normal 
que gozaba de vivir
jamás llegó a imaginar
que iba a terminar así.

Tuvo salud y dinero;
juventud y un gran amor,
dos hijos como dos soles
que eran regalo de Dios.

A sus pies tenía el mundo
o eso ella lo creyó, 
hasta que un día, la suerte
la espalda se la volvió.

La abandonó su marido
y a sus hijos, aún pequeños,
para vivir -según él-
nueva vida y nuevos sueños.

Cayó en la depresión;
se refugió en la bebida,
la que le hacía olvidar
pero que arruinó su vida.

Sin trabajo ni dinero
en la calle ella   un día se vio,
y así, en esas circunstancias
a sus hijos los perdió.

De las garas del alcohol
ha vivido prisionera,
y la vida la ha pasado
en continua borrachera.

Con la dignidad perdida
y hecha una desgraciada,
 cuando quiso darse cuenta
su vida no valía nada.


A sus ojos no le quedan
ya ni lágrimas que echar,
y su cuerpo, ya vencido 
solo quiere descansar.

El coraje  que no tuvo
para enfrentarse al destino
lo tiene hoy para ver
el final de su camino.

Y aunque la embriaguez trastorna
y nubla ojos y mente,
 aún le queda lucidez
para pensar friamente.

Esta noche es " noche vieja";
con ella, el año termina,
y lo mismo que él se va
 pasará ella a mejor vida.

Este banco de madera
la noche, el frío y la escarcha,
haciendo bien su trabajo
le ayudarán en su marcha.

Cuando el reloj de las doce
anunciando el nuevo año,
ella le dirá ¡adiós!,  al mundo
bebiendo el último trago.
Pepita Calles Crespo 





ANTES DE PARTIR

No quiero partir aún
de este mundo al más allá
sin antes haber podido 
mis deseos realizar.
Pues después de haber andado
gran parte de mi camino
haya dado de mí todo
y esté mi deber cumplido...
me doy cuenta que hasta ahora
tan solo he sobrevivido.

Porque, lo que es de vivir 
haciendo mi voluntad eso no lo he conocido,
viví para los demás.
He vivido dando todo 
a cambio de casi nada,
lo primero eran los míos
y con eso me bastaba.
Al mundo yo lo ignoré
y el, de mi, no sabía nada.

Pero al correr de los años
la casa quedó vacía,
los hijos habían marchado 
y libre yo me sentía.
Ahora el tiempo es todo mío
¡no me lo puedo creer!
y a vivir mi nueva vida
ahora tengo que aprender,
e intentar hacer aquello
que quise y no pude hacer.

¡Cuan caros suelen pagarse
los errores cometidos!
yo he pagado por los míos
y bien que me he arrepentido.
Cuánto sudor y fatiga
cada día he soportado,
todo por coger un día
el camino equivocado
y a mis sueños y proyectos
haberles dado de lado.

El pasado ya es pasado
y no hay que darle más vueltas,
pues si perdí muchas cosas
hallé otras que fueron buenas.
Del ayer guardo el recuerdo
de lo que fue positivo,
echando al olvido aquello
que resultó negativo
y hoy solo miro adelante
con el paso decidido.


Tengo en mi mente, guardadas
cosas que quise sacar,
darle rienda suelta y ver
a donde puedo llegar.
Tengo tanto por decir
por hacer y por lograr,
que no se si tendré tiempo
de poderlo realizar
y antes de partir quisiera
constancia de mí dejar.
Pepita Calles Crespo 









EL DELANTAR DE LA ABUELA

Merecedora es de elogio
esta prenda singular,
pues no hay otra -que en su uso-
a ella le pueda igualar.

Yo conservo en mi memoria
tan claro como el cristal,
el recuerdo de mi abuela
siempre con su delantal.

Sus manos se las secaba 
si mojadas las tenía,
y la cara se aventaba
cuando más calor hacía.

Si las lágrimas brotaban
con él se las enjugaba,
si polvo en el mueble había
con el delantal lo limpiaba.

Si le pingaba el moquillo
-el sufrido delantal-
sustituía el moquero
con un arte sin igual.

Si limpiaba la lechuga
de "balde" el mandil servía,
y a echársela a las gallinas
al corral se dirigía.

Aprovechando el viaje
los nidales visitaba,
y los huevos que cogía
al delantal los echaba.

Si salía a coger leña
su habilidad era tal,
que el brazado que cogía
lo liaba al delantal.

Y no digamos si oía
mercancías pregonar,
a la calle ella salía 
para el producto comprar.

Jamás usaba capazo 
porque falta no le hacía,
que, doblaba el delantal
y allí todo lo metía.

La lista es interminable 
del uso que de el hacía,
siendo tan imprescindible 
que ella misma se decía.

Que mujer sin delantal 
ni en casa ni en la cocina,
y aquella que no lo usaba 
se la llamaba "cochina".

Y como mi abuela era
como los chorros del oro,
lucía su delantal 
con dignidad y decoro.

Siendo esta una prenda humilde
hay que darle su valor,
y mi abuela se lo daba
llevándolo con honor.

Por el sin manchas llevaba
la ropa que se ponía,
pues el noble delantal
eficaz la protegía.

Al recordar con nostalgia
aquella imagen querida,
aunque lejana en el tiempo
en mi mente aún está viva.

Y haciéndole un homenaje
me he estrujado la cabeza,
para expresar mi sentir
(con más o menos destreza).

Y con palabras en verso
-aunque tengo poca escuela-,
hoy he querido elogiar
el delantal de la abuela.
Pepita Calles Crespo


AQUEL CÁNTARO DE BARRO

Con aquel cantarillo de barro
a por agua yo iba a la fuente,
pues "antaño" en las casas  no había,
como ahora, agua corriente.

Qué frescura aquel agua tenía,
cuando en verano, el sol apretaba,
un buen trago de aquella agua fresca...
y al momento la sed nos calmaba.






A la fuente acudíamos todos
a llenar nuestro cántaro de agua,
aunque a veces alguno rompimos
por la gresca que allí se formaba.

Como el agua, los chismes corrían:
allí todo se daba a saber,
mientras se iban llenando los cántaros
se contaba cada acontecer.

Los primeros amores nacían
al arrullo y cantar de la fuente,
siendo aquel cantarillo de barro
el testigo callado y paciente.

¡Ay! si hablara de aquellos secretos
que bajito decían las comadres,
mientras se iban llenando los cántaros
-a la lengua- ellas dale que dale.

Hoy recuerdo con mucha nostalgia 
aquel tiempo de risas y juegos,
donde fue el cantarillo de barro
servicial y eficaz compañero.


Puntual yo con el cada día
a la fuente solía llegar,
mientras el se llenaba de agua
yo ponía en mi pecho un cantar.

Cuando hoy veo del grifo salir
el caudal, sin esfuerzo caer,
a la mente me viene el recuerdo
de aquel tiempo que no ha de volver.


Aquel cántaro ya hoy en desuso
que tan bien su papel cumplió,
es un grato recuerdo que guardo
en el fondo de mi corazón.

Fue el testigo de mi despertar
a la vida en mi adolescencia,
y es por eso que aquel cantarillo
yo le guardo cariño y querencia.


Cuando veo que en las casas rurales
aún conservan alguno en su estancia,
se me alegra la vida al mirarlo
y me embriaga una dulce nostalgia.


Como todo en el tiempo se pierde
-a pesar del servicio prestado-
de ser pieza de uso imprescindible
pasó a ser sin remedio olvidado.


Triste fin el de aquel cantarillo
que tan útil fue y eficiente,
cuando el agua del grifo salió
se firmó su sentencia de muerte.
Pepita Calles Crespo 

¡ABRÁZAME FUERTE!

abrázame fuerte cuando veas
que mi rostro refleja tristeza,
que mis ojos perdieron el brillo
y en mí ves, más de una rareza.

Si percibes que no soy la misma,
si me encuentras distinta y cambiada,
si me ves la mirada perdida
y me paso las horas callada.

Abrázame fuerte cuando veas
que sin motivo me pongo a llorar,
si   me vuelvo sensible por todo
y ni siquiera salgo a caminar.

Respétame entonces "amor mío"
y comprende que esa no soy yo,
y que entonces espero de ti
tu paciencia y total comprensión.




Abrázame fuerte si un día ves
que la vida me daña y me hiere,
no habrá nada si estoy en tus brazos
que, aunque duro, yo no lo supere.



Pues no siempre se está al cien por cien,
y en la vida se tienen bajones,
sin saber por qué te derrumbas
aunque a veces no encuentres razones.

Abrázame fuerte "amor mío"
si me  ves pensativa y ausente,
es que dentro de mí hay un algo
y ese algo me puede y me vence.


Cuando busque refugio yo en ti
con tus brazos abrázame fuerte,
si por ellos me siento abrazada
ni siquiera temo a la muerte.
Pepita Calles Crespo









DICES QUE YA NO SONRÍO


Dices que ya no sonrío
y dices bien la verdad.
No oirás pájaro cantar
si está aterido de frío,
tan solo emite un quejío
a, purito de temblar.



A veces no es en el cuerpo
donde el frío se te mete.
Cuando hasta el alma penetra
llega a todos los rincones,
y a veces entra a empujones
sin detenerse en la puerta.


¡ Y dices que no me río!
Me lo impide una razón.
Bien quisiera ser jilguero
y vivir siempre cantando
hasta dormida y soñando,
no creas que eso no quiero.


¡Pero, qué puedo hacer yo
con la cruda realidad!
La rosa no sobrevive
si la cortan del rosal,
ni el amor más filial
a ningún muerto revive.



Si a mí me falta la esencia
que produce la sonrisa,
no pretendas que sonría
pues aunque yo bien lo intento
me falta ese complemento
que necesario sería.


Cuando sienta que en mi pecho
hay una llama encendida,
entonces percibirás
en mi transformación,
me latirá el corazón

tan fuerte que tú lo oirás.
Las campanas no repican
si no hay fiesta que anunciar.
Por eso en mi corazón
si no anida la alegría
no pretendas que sonría
me hace falta una razón.
Pepita Calles Crespo








SIN RETORNO

(Cuando se marchite el clavel de mis labios
no intentes buscar en ellos esplendor,
ninguna primavera ha sido eterna
con ella se lleva hasta la última flor).

Todo tiene su ciclo de vida
y en la mía tu habrás de notar,
como el tiempo hizo mella en mi cuerpo
y como flor se marchita sin más.

Y aunque el sol es dador de vida
ya no pueden sus rayos volver,
a dotar de color y de brillo
a esa rosa que hermosa fue ayer. 

Sus colores no alegran la vista; 
su perfume no lleva ya el viento,
donde ayer hubo luz y alegría
ahora es sombra, tristeza y lamento.


¡Ay, fantasmas de  noche desnuda!
cómo estáis pululando al acecho,
se hace leña del árbol caído
y una astilla se clava en mi pecho. 




Cada hebra que brilla en mi sien
es la huella del tiempo vivido,
lo que hiciere o dejase de hacer
es pasado, tinieblas y olvido.

No pretendo ser niña otra vez
ni que escuche nadie mi lamento,
que es buscar compasión en la nada
y la nada no tiene aposento.

Si el otoño a mi vida ha llegado
lo recibo como un buen amigo,
pues he visto al mirar su equipaje
que ha venido a quedarse conmigo.

Cuando veas mi rostro marchito
no pretendas en él  encontrar
lo que ya se marchó sin retorno,
pues la vida no da marcha atrás.
Pepita Calles Crespo





LA HUMILDE SOPA DE AJO


Después de acabar la guerra
cuando en ruinas todo estaba
y el hambre insistentemente
a cada puerta llamaba...

Fueron las sopas de ajo
un plato fundamental,
que a la mesa que llegaban
venían el hambre a quitar.


Aquel plato tan sencillo
de pan ajo y pimentón,
aliviaba los estómagos
y al cuerpo daban calor.


Ni una miga se traba
pues el pan andaba escaso,
y era un lujo y una suerte
comer sopas de pan blanco.

Ese era mi desayuno
antes de ir a la  escuela,
lo mismo que el de mis padres
mis hermanos y la abuela.

En cazuela de barro
mi madre nos las servía, 
siendo para mi un suplicio
cada vez que las comía.

Los ricos, café con leche
solían desayunar,
los pobres sopas de ajo...
y a comer sin rechistar.

Mas, como todo en la vida
ha ido evolucionando,
aquellas humildes sopas
calidad fueron ganando.

Añadiéndole ingredientes
han mejorado un montón,
Adquiriendo un gran nivel
con el huevo y el jamón.

Y es así que aquellas sopas
hoy tienen gran importancia,
y en buena mesa y mantel
se sirven con elegancia.

De ser un plato sencillo
que no era nada importante...
por méritos propios hoy
son menú de restaurante.

En la vida poco importa
el tener humilde cuna,
si se tienen cualidades
se tiene una gran fortuna.


Y es por eso que las sopas
hoy le ha sido adjudicado,
ese reconocimiento
que a pulso se lo ha ganado.

Si ayer quitaron el hambre
cuando no había que comer,
tanto el rico como el pobre
hoy las comen por placer.
Pepita Calles Crespo  

3 comentarios:

  1. Pepita , siempre nos pones al día con tus poesías tan pícaras y simpáticas . Eres un encanto de sencillez y cordura . Gracias . Admiro tu talento . un abrazo . Dorita

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  2. Pepita , siempre nos pones al día con tus poesías tan pícaras y simpáticas . Eres un encanto de sencillez y cordura . Admiro tu talento . --un abrazo . Dorita

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  3. ¡ Caramba Pepita qué creatividad la tuya !Recibe mi admiración !

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