miércoles, 21 de febrero de 2018



El silencio

(la discapacidad auditiva)

En el umbral de su serena
e íntima morada
se oyó el aire tímidamente cantar,
era una melodía frágil,
sutil y sosegada
que su madre enternecida
le invitó a escuchar.

Apenas se percibía el suave rumor
con sus notas in crescendo
en armonía,
ella lo abrazó con sumo candor
y él, aturdido, miraba y no la comprendía.

Una mañana,
pisando el húmedo arenal
cuando apenas su equilibrio sostenía,
ella le invitó a escuchar
el “gran manantial”
y el latido de las olas
que con vigor enfurecían.

Él, se esforzó en comprender
su aflicción, contemplando sonriente
el volar de las gaviotas,
pero el esfuerzo maternal
se derrumbó, al no encontrar respuesta
a su zozobra.

Cruzando la primavera de la vida
soñó representar un paraíso
exuberante y musical,
pero despertó de su vana alegría
y lloró de impotencia
por su ilusión banal.

Quiso escuchar el cántico
señorial del ruiseñor,
del jilguero, el mirlo y la alondra
su trinar, quiso gritar de emoción acariciando una flor
pero sólo la voz del silencio,
le consiguió apaciguar.

José Luis Buils

viernes, 16 de febrero de 2018



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La enredadera

Igual que una enredadera
que trepa por la ventana
asida fuerte a su muro
no hay ventisca que la arranca.
Así se agarran las cosas
que acontecen y que pasan
caminan hacía tu vida
y a tu corazón se enlazan.
Vivencias de desamor
de engaños y de añoranzas,
que te llegan, que te embargan
y te golpean con saña.
Caminando de rodillas
aunque siempre te levantas
y exhortándole a la vida
paz y una calma merecida.
Deseando a pies juntillas,
caminar, erguida, alta,
igual que la enredadera ¡Asida!
Trepar ¡Alta, muy alta!

Pura Martínez 18-9-2012
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CAMINO DE SANTIAGO 
 
Melancolía. 
Tarde de un aroma incomparable.
Huele a hierba, hay paz en los árboles.
Galicia está húmeda 
porque lloraron los ángeles.
Hay gotas de lluvia, resplandor de brillantes, 
el cielo se viste de blondas, tristes encajes reales.
Esta noche la tuna vendrá
para que cante al resplandor de la luna
que guía a los caminantes
que a Santiago llegan 
por que les hierve la sangre.
Roja amapola que hacia Santiago caminas:
 suelta tu pelo que el aire perciba tu aroma.
Leo en tus sueños que en el camino
 buscas un dueño.
Hacia Santiago enreda tu pelo entre eucaliptus, 
suspiros, que el aire mezcla con los trinos 
de ruidosas calandrias.
Si la tarde amaina, amanece el sol rojizo, 
contraste con tu vestido.
Qué suave y dulce se hace el Camino 
en el deseo, peregrino,
Santiago es el idilio. 
 
Mariluz Vázquez