domingo, 18 de marzo de 2018




¡DOCE CAMPANADAS!

Anoche cuando el reloj
dio las doce campanadas
recibí yo al nuevo año
contenta y esperanzada,
y al viejo lo despedí
con una buena patada.
Este dos mil diecisiete
no quedará en mi memoria
pues ha pasado dejando
mucha más pena que gloria
y ya lo estoy olvidando;
para mí, él ya es historia.
Abrí puertas y ventanas
para que entrara aire nuevo
descorché el cava y brindé
y la copa apuré luego,
y al Dios del cielo pedí
que nos mandara algo bueno.
Yo no quiero ya acordarme
de este año que ha pasado,
ha sido tan negativo...
que no será recordado
y en el arca del olvido
ahí, lo he arrinconado.
¡Ojalá que este año nuevo
que acabamos de estrenar
por todo lo que nos traiga
sea digno de recordar;
y el día que lo despidamos
lo podamos celebrar.
Lo importante es no perder
la esperanza, y confiar
en que no ha de ser peor
eso que está por llegar
y el bienestar que hoy tenemos
lo podamos conservar.
No hay tesoro más preciado
que un techo, pan y calor,
poder vivir dignamente
en paz y sin un temor,
y seguirlo conservando
sería el regalo mejor.

Pepita Calles, Enero 2018

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El invierno crudo

En un invierno crudo
llueve nieve y hace frío.
En casa está bien y te pones a pensar:
Voy hacer una poesía
sobre el tiempo que hace hoy.
Nieva, llueve, viento y hace frío.
Me abriga el calor del hogar
y me pongo a pensar
de que va a tratar.
De mí, que como soy triste y mayor
como han pasado los años,
si antes nada me asustaba
y en todo había alegría
y mucho corazón mucho amor.
Este amor se ha ido lejos a Ibiza.
solo me queda el señor,
al que en Él confío y espero
una vejez llena de amor
para ofrecer a los míos y a mi padre señor,
invierno crudo de frío, viento y lluvia
que me ha hecho ver lo que es el eco
de esta realidad de uno mismo.

Jacinto Solé
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COMPARTIR

No es solo mío ni tuyo
el beso de la natura,
si compartimos el aire,
¿por qué lo hieres y ensucias?
Compartimos las montañas
con todas sus criaturas,
¿por qué la pagas con fuego
las caricias de su altura?
Compartimos las estrellas
y hasta la tímida luna,
¿por qué llenamos de sombras
sus espejos de laguna?
Compartimos primaveras
con sus trinos y hermosura,
¡no le echemos a sus flores
la hiel de nuestra amargura!
Si compartimos el mar
con sus caricias de espuma,
¿por qué llenamos sus aguas
de llanto, muerte y basuras?
Compartir es disfrutar
todos la misma fortuna,
en nuestro caso es la tierra
y su mágica envoltura.
Si lo obliga la existencia,
-cosa en que no cabe duda-
no rompamos sus encantos,
¡gocémosla con cordura!
Que allá, en la última noche
muy lejos de canto y cuna,
la luna pueda alumbrar
nuestra última andadura,
y que luego, nuestro cuerpo,
dormido en tierra profunda
pueda alimentar raíces
y no sombras vagabundas.

Nicanor López

1 comentario:

  1. Levanta el ánimo Jacinto ,las Musa no te dejarán . Nicanor no puedo añadir más de lo que te he dicho muchas veces no dejes de pensar y escribir .Estás obligado .

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