viernes, 27 de abril de 2018



OVILLEJOS DE PRIMAVERA

¿Quién engendra mi querer?
Mujer
Y… ¿qué le exhala mi amor?
La flor
Del Edén traigo una rosa.
¡Preciosa!
Su arrebato me ha mostrado
una dama muy hermosa…
¡Y el alma me ha conquistado!
¡Mujer…! ¡La flor más preciosa!

¿Cuál es el mes varonil?
Abril
¿Quién nos mira en su tribuna?
La luna
¿Qué enternece el corazón?
Pasión
Amantes, que se despojan,
se entregan de corazón
y a la lujuria se arrojan.
Abril, luna de pasión.

¿Quién le quita su corpiño?
Cariño
¿Quién halaga la hermosura?
Ternura
¿Qué obsequio será un primor?
Amor
Las más fuertes emociones
-emanando su fulgor-
brillan como tres blasones:
cariño, ternura, amor.

Luis Arranz

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MAYO

Mayo luminoso, mayo oscuro,
mayo alegre, mayo triste.
Un día de mayo, entraba feliz,
con mi mejor sonrisa, por la puerta
de la Iglesia que me conducia a ti.
Era un día importante, iba a dar el Sí,
que marcaba mi camino.
El sí quiero caminar contigo,
quiero cogerme de tu mano.
SÍ QUIERO.
42 años después en ese mismo lugar,
te digo, no adiós, pero si, !Hasta luego!!
¿Qué paso?
Se acabaron tus fuerzas, se apago tu luz,
Dejó de brillar tu estela.
Mi sonrisa se borro, mi música enmudeció,
mi alegría se trunco, mi día se hizo noche.
Mayo ¡Tan bonito que eras!
¡Que oscuro te quedaste!
Mayo, primavera de vida, y ahora eres
primavera de un sueño largo y cruel.
Me preguntan que has sido para mí.
Solo hay una respuesta:
¡!TODO!!

El mejor compañero que yo podía encontrar.
Lo que le faltaba al uno, le sobraba al otro.
Dos polos opuestos que se complementaban
y se unían, como una sola fuerza,
como un solo pensamiento.
Como me dijo alguien, hace tiempo,
éramos dos en uno.
Mayo ¿Dónde está tu luz?
¿Por qué esta oscuridad?
¿Por qué este río de lágrimas?
¿Por qué este dolor que duele?
Tus últimas palabras fueron:
"YA SÉ QUE ME QUERÉIS MUCHO"
Y yo te digo no sabes cuanto.
Mayo nefasto, devuélveme mi música,
No quiero este silencio, me daña, y no lo merezco.
Mayo, mi garganta ha enmudecido, y yo,
quiero volver a cantar.
Mayo, devuélveme mi yo
porque ahora, no se quien soy.
Me falta mi otro yo, me falta mi tronco,
me falta mi ángel.
Mayo, vuelve a ser, el que eras,
Luminoso y alegre.

M.ª Antonia Prats

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A veces pienso...

A veces pienso que en el mundo
hay justicia.
A veces pienso que las aves
pintan las nubes.
A veces pienso que el mundo lo creó Dios.
A veces pienso que las flores
nos alimentan el alma.
A veces pienso que la lluvia nos ahoga
con su llanto.
A veces pienso que nuestro llanto,
es inútil para reclamar la lluvia.
A veces pienso que los peces
son nuestros ángeles de la guarda.
A veces creo que el hombre solo es eso, un animal.
A veces pienso que el amor no existe.
A veces pienso que si el amor existe,
se escondió.
A veces pienso que los árboles
son las raíces de todo.
A veces creo que el hombre
es honesto y honrado.
A veces pienso que es egoísta y depravado.
A veces pienso que el nacer
es una oportunidad.
A veces pienso que el morir
es una necesidad.
A veces creo que el hombre
es bueno y cariñoso.
A veces pienso que esto,
es un sueño engañoso.
A veces creo que el hombre y la mujer
se respetan.
A veces pienso que el hombre
no tiene suficiente condena.
A veces pienso que el equilibrio
se aguanta por sí solo.
A veces pienso, que lo que pienso,
no tiene sentido si lo pienso solo.
A veces pienso que el mañana
será mejor que hoy.
A veces creo que hoy,
es mejor que el mañana.
A veces creo que la justicia
es justa y equitativa.

Vana utopía. Sueño banal. Vacío empeño.
Palabras huecas, inútil quimera,
inservible argumento.
Pero a veces pienso, que si pienso,
es porque puedo pensar.
Y esto...me reconforta, a pesar de mi pesar.

José Luis Buils
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UNA HISTORIA DE ENSUEÑO

(continuación segunda parte)   Autora: Teresa Prats

Siempre decía que era muy buena chica y merecía tener suerte. La Merche, le había confesado que quería casarse, que era su fin en la vida. Pero los pretendientes no estaban por la labor y el tiempo iba pasando.

Volviendo a la escucha de los cotilleos de la señora María, le oí decir que habían visto últimamente a la Merche, hablar muy “alegre” con el basurero que venía a recoger los desperdicios, no se si dos ó tres días a la semana. Un personaje, cuyo oficio no era nada valorado a pesar de su importancia. Recuerdo que mi madre me hacía permanecer alerta al toque de su trompeta, dorada, para bajar la basura. Ya que si no aprovechábamos la ocasión, no había otro recurso que dejarla en casa y amontonar restos un día u otro más, con hedores incluidos.

Doña Tomasa, una señora viuda, que tenía una tienda de comestibles, era la interlocutora de la señora María. Estaba horrorizada, segura de que el empleado del Ayuntamiento, sabía que la “chica” era un buen partido. Según ella, él era un buen mozo, algo menor que ella, pero que no tenía donde caerse muerto. Esas fueron sus palabras. Que era guapo, vaya. Yo no lo creía así, pues cuando yo le entregaba el cubo de amianto y lo vaciaba en un capazo, no apreciaba esa cualidad más bien lo veía feo, con barba de días, un bigote negro que me recordaba a un héroe mejicano y un pelo despeinado y cuerpo desgarbado. ¡Que para mí, no era un galán de cine, vamos!

Cuando subí a casa, le comenté a mi madre lo que había oído. Mi madre no se extrañó, pues se ve que la Merche ya se lo había contado. “¿Son novios?” le espeté, y me dijo “no lo sé”. Los padres de la Merche se oponían rotundamente a esta relación. Ella decía que no le importaba su oficio y que era muy buen chico. Mi madre tampoco lo veía muy claro, pues la buena situación de ella, podría ser un buen motivo para despertar el interés de Juan, que así se llamaba el muchacho.

Llegó la primera semana de setiembre y con ella la Fiesta Mayor del distrito. Nuestra calle se engalanó con papeles de colores y se preparaban ya los entarimados para los bailes con orquesta. Feriantes, con toda clase de atracciones, que yo esperaba con gran ilusión, ocupaban calles que quedaban cerradas al tráfico. A pesar de la ensordecedora música de los autos de choque, y el vocerío de los charlatanes de las tómbolas anunciando un premio seguro si comprabas un boleto, era agradable perderse entre la muchedumbre que acudía a la Feria. Yo, me quedaba mirando los chiringuitos que vendían golosinas.

El último sábado, en que ya finalizaba la Fiesta, se celebraba el gran baile de Gala. Por la mañana, mi madre me había mandado a comprar a la mercería y vi a la Merche que despachaba a una cliente y le contaba, entusiasmada, que la modista le había confeccionado un vestido para estrenarlo precisamente esa noche. Se había cambiado de peinado. Lucía un moño con perlas entrelazadas en el pelo. Hablaba de lo sensacional que era la orquesta que vendría, nada menos que la Maravella y que tenía muchas ganas de bailar. La señora que despachaba, le preguntó: “¿Tienes pareja de baile?” y ella, tímidamente, asintió con la cabeza. Y pensé: “¡Ya sé quien es! e imaginé a la Merche bailando con su príncipe, como en las películas que veía los sábados por la tarde en el cine California.

A las 10 de la noche empezaron a sonar los primeros compases de las piezas musicales que tocaba la susodicha orquesta, muy apreciada en la época. 
 
(………………………..……………...…….continuará)

4 comentarios:

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  2. Buen trabajo José Luis!Gran poema de Luis Arraz..Y Teresa nos deja de nuevo en suspense??Magnífico el trabajó de Daniel Martínez..👏👏

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  3. Gracias Carmen por pasearte por aquí y comentar.
    Un abrazo!!!

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  4. ¡¡¡ Nena que estoy de los nervios !!! seguro que nos sorprenderá el final de la historia...

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